La Plegaria.
En el siglo XVIII la zona de la Villa de
Guadalupe tiene cambios radicales.
Martin Carrera, Estanzuela y La Cruz, en
aquel entonces alrededores y llanos del centro Mariano son confinados a tierras
de trabajo para indígenas con el fin de solventar las necesidades de los canónigos
que habrían de vivir en el recinto.[1]
Actualmente, un
abigarrado y convulso sentido de las cosas condicionado por una existencia
materialmente difícil en la mayoría de la población, permea en la manera de abordar
la vida y situaciones como la muerte.
Lo anterior
aunado a un sentimiento de que en el barrio, todo lo legitima la calle, desde
la fiesta eufórica hasta la trágica muerte, donde lo intimo y discreto es
sinónimo de elitismo, de desvinculación con la comunidad, nos da como resultado
el fenómeno de las cruces de muerto colocadas en las
calles de las zonas altas de estas colonias y en los alrededores de la basílica
de Guadalupe.
Narcomenudeo, Violencia Intrafamiliar e
indigencia son las causas de muerte más comunes que acompañan a esta práctica.
El artista Visual Armando Martínez hace una
búsqueda de muertes en la zona ligadas a estos fenómenos sociales que son
consecuencia de una historia de desarraigo cultural, condicionamiento y
marginación material.
De tres cruces, se toma su tipografía, la
cual generalmente es colocada por los familiares, para recrear un fragmento del
poema de Netzahualcóyotl:
Tonantzin icuac nehuatl nimiquiz
Xinechtoca notlecuilco
Madrecita cuando yo muera
Entiérrame junto a tu hoguera.
Cada letra re apropiada, reconstruye un
poema para los usuarios del Faro Indios Verdes, sobre todo para la población
joven, en un intento por componer una
memoria histórico- política de las situaciones y objetos que urbanizan el
espacio común de aquello que llamamos el barrio.
Una plegaria a la historia perdida del
mismo.
[1] Historia de la villa de Guadalupe, Arzobispado de México, pag,
30 Fotografia 16.
Mapa de Luis Diez Navarro, 1736.
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